viernes, 6 de abril de 2012

Ratoncito Pérez (primeros dientes de Gustav)


Eran las 8 de la mañana. El papá de Zaida entró en la habitación de la niña y subió la persiana de su ventana.
Los cristales estaban cubiertos por cientos de ovejitas que pastaban en las pequeñas cortinas que adornaban la habitación.
- ¡Zaida, tesoro! ¡es la hora de levantarse!

A Zaida no le gustaba madrugar, pero sí le gustaban los besos que sus padres le daban al despertar. Cada día, uno de ellos se ocupaba de esta labor.
Zaida esa mañana se levantó igual de contenta que todos los días, se duchó y se sentó a desayunar en la cocina su gran plato de leche con galletas...
Lo malo fue cuando al intentar masticar la galletas que colmaban la primera cucharada, sintió algo extraño en su boca, un cuerpo extraño que se movía sin que ella lo controlase.
Entonces  empujó con la lengua los dos pequeños dientes que siempre asomaban más cuando sonreía, y sintió que lo podía mover hacia alante y hacia atrás, como si se tratase de un balancín.
Al principio se asustó, pero su madre se acercó a ella y le dijo:
-Zaida, no te preocupes. Algunos de tus dientes se irán cayendo sólos, y otros más grandes y fuertes nacerán para reemplazarlos. Casi no te enterarás, Y además por cada diente que se caiga y que dejes bajo tu almohada por la noche, el ratoncito Pérez se encargará de compensarte con un regalito.
-¿Quién es el ratoncito Pérez, mamá?
- Pues el ratoncito Pérez, Zaida, es un precioso y pequeño ratón, que se ocupa de hacer regalos a los niños, cuando se les caen los dientes.
- ¿Sólo a los niños? ¿y a los abuelos?
- No cariño, sólo a los niños pequeños...

A Zaida no le gustó mucho la respuesta, pero pasó el resto del día haciendo bailar a su diente de un lado a otro. Al llegar la noche, el diente se movía mucho más que por la mañana, y al cabo de un par de días, el diente se cayó.
Pero lo hizo cuando estaba en el cole, al golpearse con su amigo Enrique cuando jugaban a las carreras de relevos en la clase de gimnasia. El relevo se cayó al suelo, y ambos se agacharon al tiempo para intentar recuperarlo. Se dieron un fuerte coscorrón, y el diente de Zaida saltó por los aires. Cuando la niña se dió cuenta, todos los niños de la clase comenzaron a buscarlo. Entre lagrimones, Zaida sólo pensaba que quizá su diente, después de estar pegado tanto tiempo en su boca, sólo quería darse un paseo por las nubes, y había encontrado el momento adecuado.

Cuando Zaida entró en casa y se lo contó a sus padres, se acordó del ratoncito Pérez.
- ¿Entonces ya no me visitará esta tarde y me traerá un ragalito?
- Pues no lo sé cariño. Quizá el ratoncito lo sepa sin que tu diente esté bajo la almohada...
Pero a Zaida no le convenció la contestación.

Aquella tarde, Zaida acompañó a su madre a renovar su carnet de identidad a la comisaría, y de repente leyó sobre una ventanilla:
'DENUNCIA DE OBJETOS PERDIDOS'.
Mientras un señor cojía el dedo de su madre y lo pintaba de azul para luego apretarlo sobre un papel y así tener un dibujo muy chulo de su huella, Zaida se acercó a la ventanilla de objetos perdidos.
- ¡Hola! Me llamo Zaida y está mañana se me cayó un diente. Esta noche tenía que colocarlo debajo de la almohada para que el ratoncito Pérez me dejase un regalo, pero esta mañana lo he perdido haciendo gimnasia en el cole. Quisiera denunciar la desaparición de mi diente.
- Bonita - respondió una señora muy grande con un uniforme de color azul y rayas lancas-, la desaparición de un diente no se puede denunciar. Se denuncian las pérdidas de bolsos, paraguas, monederos...los dientes no pequeña...
- ¿Pero entonces cómo el ratoncito Pérez sabrá que se me ha caído un diente hoy?
- No lo sé bonita, no lo sé...
Zaida se volvió hacia su madre con carita de pena, y ambas se fueron a casa.

La ratoncita Pérez, esposa del ratoncito, estaba por la comisaría en esos momentos.
El ratoncito Pedro Roque, que vivía en la comisaría, era muy amigo de la esposa del ratoncito Pérez: ambos iban a clases de dibujo en la escuela de arte para ratones.
Mientras el ratón se daba su paseo diario por la sala de la comisaría, en busca de los pedacitos de caramelos que a veces a los niños se les caían al suelo, había escuchado a Zaida hablar con la señora del uniforme de rayas, y corrió hacia la casa de su amiga para que avisase a su esposo, el ratoncito Pérez, de que no dejase de acudir a la casa de Zaida esa noche, y dejarle un regalito, aunque no encontrase un diente debajo de su almohada.
Llamó a su puerta casi sin aliento, y le contó a su amiga la ratoncita Pérez, todo lo que había visto y oído en la comisaría.
Cuando el ratoncito Pérez llegó cargado de regalos para repartirlos esa noche entre los niños, la ratoncita le contó toda la historia.

Zaida se acostó muy triste después de cenar y cepillarse los dientes.
- Zaida no te preocupes. El ratoncito Pérez es muy listo y seguro que sabe lo de tu diente- le dijo su padre.
Zaida no se despertó durante toda la noche. Durmió profundamente y las 8 en punto, su madre levantó la persiana de su cuarto.
- ¡Buenos días amor!
- ¡Hola mamá!

Su padre entró también en la habitación.
- ¿Hola cariño! has mirado debajo de tu almohada?
 Zaida metió su mano debajo de la almohada, y sintió que había algo...
La retiró con una mano, y encontró dos pequeños paquetes con unas lazadas de colores, y debajo de uno de ellos, una pequeña nota:
"Para Zaida, del ratoncito Pérez:

Pequeña Zaida, esta mañana me avisaron de la pérdida de tu diente, y de que me buscaste cuando estuviste en la comisaría. No te preocupes. Aquí tienes tu regalito"

...y mientras la niña leía la nota, los padres de Zaida se miraron asombrados, sin poder creer lo que estaban escuchando...