martes, 23 de octubre de 2007

Renacuajo


Eres un renacuajo y no lo sabes. Aunque no tan renacuajo como ilustra esta fotografía. Sin consciencia de lo que eras entonces ni de lo que eres ahora, al menos aparentemente. Y aunque no creo que sirva de mucho lo que leas cuando crezcas acerca de lo que eras, sabemos que parte de lo que serás mañana contribuimos a construirlo todos hoy. Y aunque no lo hagamos tan bien como nos gustaría hacerlo, lo hacemos con todo nuestro interés. Pero lo que no sabes ni sabrás si no lo decimos ahora, en este preciso instante, en este día en que las palabras deciden quedar plasmadas en tu rincón por su propia voluntad, es que eres tú quien crea y mantiene ese interés. ¿Por qué? Porque nos encandilan las chirivitas de tus ojos cuando planificas una travesura, tus dientecillos de leche que asoman cuando sonríes, tus bracitos al aire pidiendo que te saquemos del carro mientras mueves los deditos, y hasta esos pequeños pelillos revoltosos que tratan de construir un puente que comunique tus dos pequeñas cejitas.
También esas pelusillas alocadas nos vuelven locos a todos.

jueves, 18 de octubre de 2007

Nuestro "dibu"


Nuestro pequeño nomo amplía su horizonte. Fija la mirada con atención. Los estudia con detalle. Se concentra en ellos hasta que se siente partícipe del juego. Entonces da un salto, abandona el asiento y se lanza a la pista a disfrutar con ellos. Suena la música y canturrea algunas notas. Las coletillas. Y mueve los brazos, los pies y la cintura al ritmo de la melodía. Le gusta y todos los dibus le siguen. Como por arte de magia, se convierte en la batuta que dirige la fiesta. Les sonríe. Les hace un gesto indicándoles que va a convencernos de que nos incorporemos a la celebración y se da media vuelta alzando sus bracitos. Enciende una chispa que estaba algo marchita en todos nosotros y sorprendentemente terminamos brincando al ritmo que nos marca. Entonces, en silencio, todos nos sentimos muy agradecidos por la llegada de este pequeño director de orquesta.

miércoles, 10 de octubre de 2007

martes, 9 de octubre de 2007

¿Por qué te quieren cambiar el nombre?


No me lo explico. Como Gustav Klimt. No parece que haya otro más adecuado para ti. Lo supe en cuanto se manifestaron abiertamente las dudas acerca de este tema. “Francisco, Rodrigo, Diego…no sabemos”, dijeron. “Nos hemos comprado un libro”. ¿Un libro de nombres? Pregunté. Yo pienso que un nombre no se puede encontrar en un libro. Un nombre sale del corazón. Lo vi con absoluta claridad cuando me lo explicó en Guatemala el marido de Itziar: “A Nitké la llamamos así porque en el calendario maya, Nikté, la flor de los Kaltunes, representa el origen de las cosas, el centro del universo”.
Por eso el día en que reconocí tu nombre fue fantástico. Dejaste de ser “la criatura” para adquirir una identidad. ¡Y una identidad de peso! No podíamos esperar menos de ti.
Ayer pregunté en el Conservatorio de Música de la calle Santa Isabel, a qué edad podrías comenzar a estudiar esta materia. Me dijeron que allí sólo se estudiaba el ciclo superior, por lo que tendremos que esperar algún tiempo para que puedas acudir allí, teniendo en cuenta que aún no has cumplido dos años. Sin embargo, sé que te divertirás. Parece difícil que algo tan valioso como la música pueda ser apreciado, interpretado, e incluso creado por uno mismo. Y seguro que tú lo conseguirás.
Pero no te sientas agobiado por mis ilusiones y sigue durmiendo plácidamente. Finalmente tendrás las tuyas propias y podrás ser lo que tú desees, tal y como estás comenzando a soñar. Alto, bajo, rubio o moreno son cosas sobre las que no podrás decidir, pero sí sobre muchas más y más importantes que se te irán presentando a lo largo de tu vida. Podrás dedicarte al fútbol y no entender ni un pimiento de violines y pianos, o incluso cambiar de nombre y en vez de hacerte llamar Gustav, pedir que Claudio, Roldán, Agustín o incluso Héctor, sea tu nuevo nombre.

Hace 6 meses


Así eras. Más pequeñito pero apuntando maneras. Ojalá en poco tiempo el contenido te atraiga tanto como el continente.